Cuando vimos su primera parte con mi familia, se convirtió en esas películas casuales que te ves tomando tecito o comiendo algo en modo relajado (aunque es de todo menos relajada jajaja), así que cuando salió la segunda parte, obvio que nos reunimos a ver qué pasaba. En la primera, se nos introducen a los personajes (claro, los que salen vivos) y de qué va esto de las salas de escape. Existentes en la vida real, pero mucho más dramáticas y mortales acá.
En esta segunda parte, los sobrevivientes buscan respuestas, aún conmovidos por el trauma de estar atrapados, pero resulta que su juego aún no termina, y esta vez sin buscarlo, ingresan a un nuevo juego, junto a personas que ya han estado en el escape room antes. Así que el compañerismo y resolver las pruebas juntos es la clave para sobrevivir, pero las cosas no siempre salen como quieren y si lo hicieran no habría ni suspenso, ni sangre, ni sufrimiento.
Al igual que en la primera, los acertijos son entretenidos y mantienen en suspenso, pero se destaca la parte final, que tiene un desenlace interesante y que probablemente de para otra(s) película(s). Estrellita para Taylor Rusell y Logan Miller como los protas.
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